El gran acceso a la información no garantiza por sí solo ni
el conocimiento ni el aprendizaje
La forma en que hoy un estudiante
procede habitualmente para acceder a la información es “googlear”, copiar y
pegar. Esto ocurre, por supuesto, cuando no hay una guía ni sugerencias para
seleccionar la información relevante y pertinente.
Quienes no somos nativos digitales teníamos como hábito
adquirido ir a la biblioteca, buscar en el fichero, pedir el libro, hojearlo (y
también “ojearlo”, en el sentido de mirar sus páginas), leerlo, seleccionar lo
que nos servía, copiarlo a mano, luego “pasarlo en limpio” para el informe
final. Cada uno de estos pasos contribuía, de un modo u otro, a que la
información quedara guardada en nuestra memoria, al menos como dato.
Pero esos tiempos ya pasaron y, como dice el refrán, “si no
puedes contra ellos, únete a ellos”, algo que no logran tener claro aquellos
docentes que se quejan sobre el mal uso que los estudiantes dan a la tecnología
y se asombran al constatar que quienes más información disponible tienen, menos
saben. Es precisamente allí donde nosotros entramos en escena.
El cambio
de paradigma, en que la escuela no es la que transmite conocimientos certeros,
inamovibles e incuestionables; ese monopolio ya está perdido (¡en
buenahora!). En el nuevo paradigma, la
escuela tiene la tarea de ayudar al estudiante a “navegar” en el mar de
información que tiene disponible, entregándole la brújula para que llegue al
puerto que desee. Eso, por supuesto, nos obliga a sumergirnos en ese mar, a
crear redes de apoyo, a compartir nuestras experiencias y a colaborar con
otros.
Si el trabajo colaborativo ya era una realidad en muchas
escuelas, las TIC hacen de esto una exigencia ineludible, pues tanto las
barreras del tiempo como las del espacio
se diluyen ante nuestros ojos, pues nos podemos conectar con personas al otro
lado del globo de manera instantánea.
Finalmente, no basta con “saber” navegar en
internet o hacer un blog, si esto no está acompañado de una nueva actitud; una
actitud abierta al diálogo y a la interacción con estudiantes y colegas, reales
y virtuales, y si no incorporamos estos conocimientos a nuestra práctica
profesional y personal cotidiana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario