viernes, 22 de noviembre de 2013


El gran acceso a la información no garantiza por sí solo ni el conocimiento ni el aprendizaje

 La forma en que hoy un estudiante procede habitualmente para acceder a la información es “googlear”, copiar y pegar. Esto ocurre, por supuesto, cuando no hay una guía ni sugerencias para seleccionar la información relevante y pertinente.

 Quienes no somos nativos digitales teníamos como hábito adquirido ir a la biblioteca, buscar en el fichero, pedir el libro, hojearlo (y también “ojearlo”, en el sentido de mirar sus páginas), leerlo, seleccionar lo que nos servía, copiarlo a mano, luego “pasarlo en limpio” para el informe final. Cada uno de estos pasos contribuía, de un modo u otro, a que la información quedara guardada en nuestra memoria, al menos como dato.

 Pero esos tiempos ya pasaron y, como dice el refrán, “si no puedes contra ellos, únete a ellos”, algo que no logran tener claro aquellos docentes que se quejan sobre el mal uso que los estudiantes dan a la tecnología y se asombran al constatar que quienes más información disponible tienen, menos saben. Es precisamente allí donde nosotros entramos en escena.

 El cambio de paradigma, en que la escuela no es la que transmite conocimientos certeros, inamovibles e incuestionables; ese monopolio ya está perdido (¡en buenahora!).  En el nuevo paradigma, la escuela tiene la tarea de ayudar al estudiante a “navegar” en el mar de información que tiene disponible, entregándole la brújula para que llegue al puerto que desee. Eso, por supuesto, nos obliga a sumergirnos en ese mar, a crear redes de apoyo, a compartir nuestras experiencias y a colaborar con otros.

 Si el trabajo colaborativo ya era una realidad en muchas escuelas, las TIC hacen de esto una exigencia ineludible, pues tanto las barreras del tiempo  como las del espacio se diluyen ante nuestros ojos, pues nos podemos conectar con personas al otro lado del globo de manera instantánea.
Finalmente, no basta con “saber” navegar en internet o hacer un blog, si esto no está acompañado de una nueva actitud; una actitud abierta al diálogo y a la interacción con estudiantes y colegas, reales y virtuales, y si no incorporamos estos conocimientos a nuestra práctica profesional y personal cotidiana.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario